Y de repente explota. Tsunami de emociones. Ya que había descubierto otros colores, olfateado otros sabores. Dicen que quien busca encuentra y que quien lo sigue lo consigue y tú, hoy, lo has conseguido. O más bien lo he hecho yo solita. Tú nunca haces nada.
Ese big bang de sentimientos, esa caída libre al corazón, o esa descarga eléctrica en tu mente. Según como se mire. Según si estás en la calle o en casa. Según si te tomaste o no ese café que te hace olvidar lo dulce que es a veces la vida. Y es que a veces prefiero quedarme con ese último sabor, dejar de imaginar que algo de aquí puede salir bien.
Luego están las vecinas, que un día de estos me cargo a alguna de ellas. Y eso que la mayoría de ellas hablan demasiado sólo cuando yo se lo pido. Me hacen creer que conocen mejor a mi corazón que yo misma, una locura, tan cierta a veces que me asusto. Lo tengo tan consentido...
Total, que en plena faena has llegado tú, justo a tiempo. Para abrir mi mente y cerrar el grifo, al fin. Ahora que parecía haber olvidado cómo se sentían esas gotas ácidas, ese coraje incomprensible. Una mala época, una mala hora, una mala excusa. Un mal momento para no levantar la cabeza y salir del cascarón. Así que allá vamos.